¿Para qué escribo? Para contar mi historia, una más entre tantas historias de madres, pero no una cualquiera porque es la que me toca. Para contactar madres o padres de la blogósfera, cual botella al mar. Para mantener mi escritura activa. Para registrar momentos mientras mis chiquitos crecen vertiginosamente rápido.

martes, 27 de diciembre de 2016

Para pedirles a los reyes: artículos que facilitan la maternidad

Cuando te convertís en madre, tu vocabulario se expande de manera insospechada. Pero además de eso, te enterás de todo un rubro de productos que desconocías. Porque si bien todos hemos visto alguna vez un cochecito para bebés o una mamadera, ¿alguien que no sea madre ha reparado en los protectores para pezón, los portachupete, los esterilizadores de mamadera, las almohaditas para que el bebé permanezca panza arriba, los mei tai, las bandoleras, las mochilitas ergonómicas o los fulares (que no, no son lo mismo)?

Es cierto, la cultura de consumo te intenta hacer creer que no podés no tener el último modelo de (inserte producto innecesario aquí). Hay dispositivos varios que están pensados para "simplificarte la vida" como madre que en el mejor de los casos mantienen al bebé distraído unos minutos y después no hacen más que juntar polvo encima de un placard. 

Pero hoy vengo a hablar de aquellos ítems que sí me han sido de utilidad y que podría recomendar a alguna mamá embarazada que me preguntara: ¿qué les pido a los Reyes Magos?

Almohadón de lactancia: Estoy hablando de esos tipo chorizo rellenos con microperlas. Me lo regaló mi suegra cuando esperaba a Dani, y me sirvió para dormir un poco mejor los últimos meses de ambos embarazos, pero además es super cómodo para dar la teta, y también sirve para apoyar y contener a los bebés chiquitos. Advertencia obligada: no hay que forzar en los niños posiciones a las que no lleguen por sí mismos, y un bebé no debería dormir sin supervisión en ningún lugar que no sea su cuna y boca arriba. Hecha la salvedad...

Practicuna: Ni moisés ni catre. Esta cunita portátil me sirvió muchísimo con Dani (que durmió en nuestra habitación hasta los seis meses), para llevarla de viaje, y hasta como corralito para que juegue cuando iba creciendo. Solo la usó hasta los dos años porque amagaba con escalarla y podía caerse. Pero ahora también la usamos con Quiqui, y nuevamente la podemos llevar de vacaciones para que duerma tranquilo en el destino.

Sacaleche: Este fue un amor a segunda vista. Ya conté que me costó más la lactancia con Dani que con Quiqui, por más que mi segundo vástago sea una bestia devoradora que me ha convertido en una vaca lechera. Con un poco de práctica, le tomé la mano al exprimidor (¡perdón, extractor!) que había comprado y que no supe aprovechar en mi primera lactancia. Dani cayó muy pronto en las leches de cajita. Con Quiqui vengo zafando gracias a que puedo dejarle mamaderas de mi propia producción láctea. 

Bañerita con asiento: Por supuesto que no hay que confiarse y dejar al bebé solo en la bañera ni un segundo. Pero con el asiento al menos tenemos las manos libres para enjabonarlo y enjuagarlo, hacerle jueguitos, alcanzarle alguno de los juguetes, etc. Ideal para los primeros meses. Algunos modelos permiten sacar el asiento cuando los bebitos pueden sentarse solos y entonces duran mucho más.

Fular elástico: Adoro el porteo. Con mi primera hija apenas llegué a asomarme a este mundo de la mano de las para nada ergonómicas mochilas colgonas y la bandolera de anillas Wawita. Las usé muy pocas veces -por suerte, porque después supe que no son lo mejor para la postura del bebé ni la propia- pero me hicieron intuir que eso de llevar encima a tu bebé tenía que funcionar mejor. Vi por la calle varias chicas con fulares y le pedí uno a mi papá de regalo poco antes de que naciera Quiqui. Y no sé cómo hice para ser mamá sin esto: me ha salvado teniéndolo cómodo (¡y dormido!) más de un turno médico, un casamiento, un asado a la noche, el cumpleaños de 4 de su hermana, viajes varios en transporte público... y me sirve para relajarlo incluso en sus peores días.


Por otro lado, no recomiendo comprar:
- Chupetes (no en cantidad, al menos): Con Quiqui me pegué un chasco porque no hubo forma de que los aceptara, y nos descolocó porque su hermana había sido la versión argentina de Maggie Simpson.
- Portachupetes: Las famosas "soguitas" o "cadenitas" para sostenerlo cerca de la ropa del bebé son tan bonitas como poco prácticas. De alguna manera, el chupete siempre termina en el suelo.
- Moisés: Me prestaron uno, precioso, de mimbre. La gorda entró menos de tres meses en él. Con Quiqui ni lo intenté.
- Esterilizador de mamaderas: ¿Tenés en la cocina una olla grande, agua corriente y gas para encender la hornalla? Entonces tenés lo que se necesita para esterilizar mamaderas, chupetes, sacaleche y demás.
- Juguetes para bebés de menos de tres meses: No les dan bola. Es más interesante mirar tu cara que la del títere. Es más divertido el ventilador de techo que ese móvil con musiquita que te salió sus buenos mangos. Y, obvio, prefiere escucharte cantar a oír la música del peluche con luz...
- Baberos: Los inútiles son los muy chiquitos, que no atajan ni la comida, ni el vómito, ni las manchas del suplemento de hierro que terminan por toda la ropa. Sí sirven los muy grandes, aunque no en los casos de grandes "desbordes" de ningún tipo.
- Cochecito: Ojo, sí recomiendo tener uno, por mucho que me guste portear. Pero elegilo bien, que no sea muy pesado, que entre plegado en el baúl del auto y desplegado (con el bebé encima) en el ascensor si tenés uno en casa. Todo lo demás es un clavo.

¿Y ustedes, mamás? ¿Qué les quieren pedir a los Reyes Magos? ¿Y con qué productos se han clavado de lo lindo?

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